16 de Noviembre.
(...)No hay pánico en el último repliegue, no hay desbandada. La última retirada se hace sin que haya toques de trompetas y tambores, pero con un gran sentimiento de dignidad. Ni siquiera hay fuego enemigo. Los movimientos diseñados por Tagueña le han confundido. El paso se hace en medio de una extraña calma, en una noche en la que la luna en cuarto creciente, apenas hace notar su presencia. A esas alturas, ya muy pocos combatientes piensan que la República puede ganar la guerra. Pero, han luchado de una forma sobrehumana. Han aguantado lo que es casi imposible imaginar. Casi todos ellos lo seguirán haciendo hasta que Cataluña caiga en poder de los franquistas unos meses más tarde, insensibles a los versos de W.H. Auden: “ La Historia puede compadecer a los vencidos, pero no ayudarles ni perdonarles”. Saben que nadie les va a ayudar ni a perdonar.
Los hombres de la XIII son los últimos en pisar la orilla derecha, como estuvieron entre los primeros en pasarla el 25 de Julio. Una noche también sin luna, en la que el enemigo tampoco sabía dónde estaban ni qué se proponían.
A las cuatro y media de la madrugada, los últimos contingentes de la XII brigada de la 35 división cruzan el Ebro por el puente de hierro de Flix. Quince minutos después, Tagüeña da la orden de que se vuele el armazón. Un seco estampido, un resplandor, un fragor de fragmentos de hierro cayendo sobre las aguas anuncian el fin de la batalla del Ebro ciento rece días después de su inicio.
Jorge M. Reverte "La Batalla del Ebro."
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada